Cuando el poeta sale al mundo, éste y la soledad se lo disputan. Estos poemas son actas que registran el arraigo terminal de Nora Carbonell en la soledad, esa constante humana, constante en la Poesía. Ante el engañoso mundo, nuestra poeta se repliega en sí misma y con delicada ironía y humor asordinado documenta las aventuras de su alma en algunos recodos de la vida. Quijotadas son la ilusión del corazón en sus primeras aventuras, los espejismos y modalidades de lo efímero. Tras la experiencia de los caminos se regresa más sabia al patio y su cosmología de quietas y dulces epifanías
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Un tema que se insinúa
en Caligrafía de los sentidos es la renuncia. Extraño ser el que renuncia, se
aferra al centro, no quiere enajenarse. Se sustrae
a los presuntos bienes mundanos.La estirpe es cínica(Grecia antigua). La mujer
mística o bruja, si no renuncia se pierde a sí misma en los códigos del entorno
masculino o mística masculina, por eso la costumbre de la renuncia en tantas
mujeres poetas( Meira Delmar).
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“Confieso
que me gusta lo difícil/ los amores inútiles, los viajes sin brújula/Las
distancias infranqueables/ esa mirada tuya/asaltada por la incertidumbre”.
Nora Carbonell gusta del lenguaje
diáfano; lejos de cualquier acentuación barroca.
Nora Carbonell es ese lenguaje sin gravedad superflua, esa anotación serena y
abierta. Dentro de esa serenidad, una tormenta de imágenes poéticas:
“Mi piel de adentro, mi vuelo y gemido/
Mi hábil viajero de todos mis rincones/
Denominador de países en mi continente/
Por ti fui, soy felina fiera que avizora
tu exilio/
Violeta delirante para tu tormenta”.
(Penúltima nota de amor, p. 116)
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La aventura más riesgosa de esta poeta ha
sido el amor-pasión, en eso coincide con colegas. E insiste también en hurgar
la herida, como Idea Vilariño, su cofrade uruguaya, quien apunta : “Ya no soy
más que yo para siempre, y tú ya no serás para mí más que tú”. Por su parte,
Nora Carbonell anota
Porque eras el amor perfecto
Para mi alma huidiza/
Te nombro para olvidar/
Jacobo.
¿Sin las poetas qué sabríamos de esos
hijos perdidos que son los enamorados perdidos?
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Se puede decir que la
poesía es una locura voluntaria del lector para liberarse entre dos páginas de
la tiranía de la cordura. Y las poetas son las proveedoras de tal medicina.
Nora Carbonell dispone
en estancias conversacionales su “pharmakon”, su cicuta. En sus versos
conversados florecen las imágenes poéticas que traducen silencio, soledad,
exilio, la locura quieta de existir en verso. La ermitaña que versifica sus pasos quedos por
los andenes reales y míticos.
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