sábado, 17 de febrero de 2024

Hypomnémata sobre Caligrafia de los sentidos de Nora Carbonell, por Ernesto Gómez Mendoza

Cuando el poeta sale al mundo, éste y la soledad se lo disputan. Estos poemas son actas que registran el arraigo terminal de Nora Carbonell en la soledad, esa constante humana, constante en la Poesía. Ante el engañoso mundo, nuestra poeta se repliega en sí misma y con delicada ironía y humor asordinado documenta las aventuras de su alma en algunos recodos de la vida. Quijotadas son la ilusión del corazón en sus primeras aventuras, los espejismos y modalidades de lo efímero. Tras la experiencia de los caminos se regresa más sabia al patio y su cosmología de quietas y dulces epifanías

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Un tema que se insinúa en Caligrafía de los sentidos es la renuncia. Extraño ser el que renuncia, se aferra al centro, no quiere enajenarse. Se sustrae a los presuntos bienes mundanos.La estirpe es cínica(Grecia antigua). La mujer mística o bruja, si no renuncia se pierde a sí misma en los códigos del entorno masculino o mística masculina, por eso la costumbre de la renuncia en tantas mujeres poetas( Meira Delmar).

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“Confieso que me gusta lo difícil/ los amores inútiles, los viajes sin brújula/Las distancias infranqueables/ esa mirada tuya/asaltada por la incertidumbre”.

Nora Carbonell gusta del lenguaje diáfano; lejos de cualquier acentuación barroca.

Nora Carbonell es ese lenguaje sin gravedad superflua, esa anotación serena y abierta. Dentro de esa serenidad, una tormenta de imágenes poéticas:

“Mi piel de adentro, mi vuelo y gemido/

Mi hábil viajero de todos mis rincones/

Denominador de países en mi continente/

Por ti fui, soy felina fiera que avizora tu exilio/

Violeta delirante para tu tormenta”. (Penúltima nota de amor, p. 116)

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La aventura más riesgosa de esta poeta ha sido el amor-pasión, en eso coincide con colegas. E insiste también en hurgar la herida, como Idea Vilariño, su cofrade uruguaya, quien apunta : “Ya no soy más que yo para siempre, y tú ya no serás para mí más que tú”. Por su parte, Nora Carbonell anota

Porque eras el amor perfecto

Para mi alma huidiza/

Te nombro para olvidar/

Jacobo.

¿Sin las poetas qué sabríamos de esos hijos perdidos que son los enamorados perdidos?

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Se puede decir que la poesía es una locura voluntaria del lector para liberarse entre dos páginas de la tiranía de la cordura. Y las poetas son las proveedoras de tal medicina.

Nora Carbonell dispone en estancias conversacionales su “pharmakon”, su cicuta. En sus versos conversados florecen las imágenes poéticas que traducen silencio, soledad, exilio, la locura quieta de existir en verso. La ermitaña que versifica sus pasos quedos por los andenes reales y míticos.

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