viernes, 23 de febrero de 2024

DONDE SE HABLARÁ DEL TRAVIESO ELFO LLAMADO CAPITAL SIMBÓLICO Y DE LA PODEROSA BRUJA LLAMADA CLEPTOCRACIA Y DE LOS ORCOS LLAMADOS INTELECTUALES – por Ernesto Gómez Mendoza


Aparentemente es penoso emplear una categoría exclusiva de cierto campo sin la necesaria exactitud. Si esa inexactitud es demasiado obvia permitiré insultos exactos…Entonces, capital simbólico. Detentado por ejemplo por Mario Vargas Llosa. Un editor español, ante este capital simbólico, se empequeñecerá moralmente: lo acepto Mario, la tienes más grande!

O es lo mismo que prestigio o el prestigio es una parte de él ( y los intelectuales somos muy sensitivos respecto de este poder simbólico, no es ninguna noticia que babeamos por el aura de tipos como James Joyce o Juan Rulfo, qué tal Rulfo, todo un capital simbólico).

En este mundo de mierda también se acumula este tipo de capital con ayuda de otros. Con los buenos oficios de los periodistas colombianos puedes pasar de unos modestos ahorros a un botín envidiable. Otros lo acumulan a pulso como el actual presidente de Colombia, pero los periodistas son como enzimas capaces de redoblar el prestigio y la credibilidad del sujeto más indeseable. ¿España? Eres español querido lector? Allá teneis algunos tíos que nadan en capital simbólico, como Jose María Aznar, vaya tío. Puede asesinar a su madre y negarlo y todos le creemos. Su carisma es el de alguien que condujo a España por envidiables estadísticas económicas y ladró cuanto pudo contra Cuba, el anatema cubano, y apoyo las guerras de los Bush y vive siempre haciendo zancadillas a los pobres socialistas, sean de Zapatero o sean de Gonzáles, dos tíos cuyo “dinero” simbólico nos deja ciegos instantáneamente, casi se hace uno pipí.

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Lo admito: mi texto chorrea mala lecha, que lectores tan perspicaces. Y también transpira cierto sentimiento equívoco por el capital simbólico. ¿No ven que antes de ejecutar sus grandiosos drenajes de recursos públicos los delincuentes pasan por un proceso de acreción de prestigio y aura, pasan unos años siendo celebrados y adulados por el cuarto poder. Detesto especialmente a los que portan galantemente el título de “tecnócratas”. Muchos de ellos son economistas y no se sonrojan por serlo, como si la economía no fuera el nombre “kitsch” del sistema cleptocrático, un orden político que enmarca la expropiación de recursos públicos fabulosos por la élite que detenta el poder real. Confieso que acabo de descubrirlo.

 

En la teoría de los intelectuales del filósofo italiano Antonio Gramsci uno se encuentra con un concepto de intelectual que abarca más especies que el concepto vulgar. En Gramsci, trabajando con celo de abeja, hasta el curista parroquial produce ideología, y por ellos se diferencia de las amas o amos de casa que escuchan sus homilías: es un intelectual (ver el parentezco  de “clero” y “Clerk”).

Y -¡como no! – el profesor de primaria es otro intelectual. Ambos están en la base de la pirámide intelectual, a diferencia de los vecinos vulgares construyen, aportan a la visión (percepción) del mundo…cuadro donde elementos como legalidad, orden (casi divino) son centrales. Y los cargamos por todas partes, permean todo. Casi son automáticos, creemos en ese entorno-orden donde las cosas que más importan se expresan en un diseño de apariencia racional. Este mito encarnado en nosotros lo debemos a los intelectuales. Es lo que señaló nuestro italiano. Los intelectuales, desde el maestro de escuela hasta los Habermas y Savater.

Sorpresa para Kant…Seguimos como infantes, consumiendo mitos y cuentos de hadas que suplantan los hechos objetivos (la cleptocracia por ejemplo)

Los grandes intelectuales orgánicos del país y sus tecnócratas y sus gestas para encumbrar y encubrir el Robo, un nombre apropiado para todo el léxico de las ciencias sociales: encubrimiento, apuntalan el carisma de los expropiadores heroicos.

 (Gramsci adosa el calificativo “orgánico”. Clerecía que “narra” la constitución, el “derecho”, el “despotismo”, el “mercado”, von Hayek…leo ese texto de ciencia política y me seduce con su visión de algo que es utópico, no me dice todo lo ritualizado que es el estado de derecho)…descubro la mistificación: registro la expropiación histórica de cuatro o cinco “gobiernos”…los mismos que ven en Petro –y con razón-amenaza existencial- Me ponen una gafas a través de las cuales veo lo que le conviene a ellos.

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