crítica independiente con énfasis en la novela, colombiana y de todos los mundos
jueves, 6 de abril de 2023
Marlon Brando golpea a la puerta
Podemos decir agenda. Las personas y los grupos tienen una, y esa agenda puede
estar condicionada por las circunstancias, por el momento. En el momento actual,
la inflación por ejemplo participa de la agenda colectiva, igual que el clima,
que los migrantes y una nube de temas adicionales, y la conversación social es
alrededor de esos asuntos, y participar socialmente es participar de esos temas
En modo micro ubicándonos en campos delimitados existe una agenda parlamentaria
o una agenda literaria. Esta última permite una conversación en el grupo afín a
la literatura, público puede decirse igualmente. El público literario maneja su
agenda. En forma llana la agenda comprende lo que los lectores y escritores
identifican, o encuentran interesante. Y conduce a que estos agentes tengan que
optar por lo interesante o relevante- Es posible que este pacto no escrito de
intereses compartidos no esté funcionando en el momento actual, y nada que
sorprenda en un mundo en constante “destrucción creativa” (quizás) Todo esto
para contextualizar. Si la irrelevancia se ha tornado más visible en la
literatura del presente, sorprende de todas maneras que un libro de manera fiera
se diría, proponga ideas que tozudamente, y especializadamente, descuidan
interesar al receptor. Son radicalmente ajenas a las agendas que cargan el campo
literario. El actor Marlon Brando es abordado como tópico de agenda colectiva en
el libro El hombre que hablaba de Marlon Brando sin serlo; en estos momentos en
medio de la batalla ideológica, en medio de la conversación agitada sobre
modelos de desarrollo, la crisis de la lectura, la desigualdad, la deriva de las
élites del primer mundo, el modelo depredador del neoliberalismo, la crisis
moderna, la crisis de identidad en sus distintas variaciones, el hombre que
plasmó la figura del padrino mafioso o del provocador apóstata de Último tango
en Paris no está en esa agenda por ninguna parte ni el libro propone sobre el
mismo una nueva visión o lectura que lo acomode en ella. En esos términos, Marlo
Brando no reviste interés alguno. No queda explicado porque John J. Junieles
apuesta por su anecdótico Marlon Brando y solicita de nosotros que le dediquemos
nuestra “fuerza de lectura”. Un escritor no tiene manera de saber si determinado
fetiche personal encuentra abrigo en el imaginario de los lectores; lo que puede
conocer con algo de acierto es el repertorio de la agenda literaria y, más allá,
el de la agenda pública. Los escritores que no aceptan ese marco, entran en la
tribu de los escritores ingenuos, agentes que justamente no están en la agenda,
son rarezas, unicornios (para ellos presumimos que habrá lectores unicornios; el
resto somos vecinos cualesquiera que nos interesamos en las cosas que revisten
interés para nosotros).
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