martes, 31 de enero de 2023

¿Occidente?

¿En Colombia, pertenecemos a Occidente? El sentimiento liberal de ser el individuo un valor en sí mismo, valor intangible por encima de los privilegios del Estado y de la Religión quizá estaba sugerido ya en el primer cristianismo. Uno de los sentidos de intangible es el de un ente que no se puede tocar ejerciendo la fuerza. No se puede ejercer fuerza sobre la persona, menos en razón a sus pensamientos. Es el resumen de Occidente, al margen de que la OTAN se considere la garantía de este sentimiento. La pregunta, entonces, se responde negativamente. Colombia no tiene elementos del sentimiento de Occidente, es imposible que un colombiano sea “occidental”. La fuerza arbitraria obrando sobre los individuos es evidente en este país (desde luego, también, en sus vecinos de Latinoamérica). Acaba, una entidad judicial de orden internacional, de resolver el caso en tiempos recientes, en Colombia, de un genocidio, concretamente el exterminio sistemático de un pequeño partido político, ante la complacencia y con la complicidad de las agencias estatales que han debido prevenirlo en lugar de cometerlo si en verdad hacen parte de la tradición liberal de Occidente. Sin embargo, este país es miembro de la OTAN. Es donde radica el pobre papel que en estos momentos representa OTAN, mostrándose como paladín de Occidente, encima de su tolerancia de vieja data de los despotismo de las élites en sus patios traseros, y la alcahuetería con los magnicidios y las operaciones desestabilizadores de los servicios secretos de las potencias occidentales en los países que estas han invadido, ocupado y saqueado, coincidiendo con la adopción abierta del liberalismo en el Atlántico Norte. Un mejor papel sería consolidar el respeto por el individuo en sus estados y mejorar la situación de éste en sus estados clientes. Presionado y propiciando la libertad e intangibilidad de la persona en estados como el colombiano (y en las sociedades que les corresponden) cuán mejor sería el rol de OTAN. Mucho mejor que el de Nemesis del modelo imperial ruso, el cual se busca desmantelar para entregarlo a los apetitos de empresas que demuestran a diario que les importa un bledo la persona humana y sus derechos (no hace poco un tribunal norteamericano encontró a la empresa Chiquita Brand culpable de conspirar en el asesinato de líderes sindicales y sociales en Colombia). En la misma semana de la actuación de dicha actuación judicial no cesaron los asesinatos en Colombia y no parece que vayan a cesar. Los colombianos no deberíamos ser las presas más fáciles de la narrativa “OTAN paladín de Occidente”. La liga guerrerista atlántica sagazmente utiliza el nombre por los matices emocionales que despierta en los intelectuales periféricos. Sin embargo, hasta donde se pueden equivaler Estados Unidos y Europa con el sentimiento occidental. Habría que ver en serio si el capitalismo tiene al individuo por valor absoluto, cuando vemos cada vez con más frecuencia cómo la policía “occidental” violenta a los individuos con tanta ligereza y prontitud, y como los monopolios de la información no cejan en su construcción de un pensamiento único; o sea, un único estilo de persona, un único proyecto de realización individual, un consumo uniforme, un monótono y redundante modo de agencia y subjetividad, la idea de ser todos una muchedumbre sometida y gobernada por los profetas de occidente que hablan a través de los mensajes comerciales, los dispositivos de redes digitales y alternan con un coro mediático ensordecedor. ¿Occidente? Primero se inventó a “Oriente”, un territorio para invadir y saquear en las cruzadas. Oriente, el territorio propicio de las herejías. Cuando Oswald Spengler hizo circular el término lo hizo asociándolo a su declinar. “La decadencia de Occidente” le dio por título. El “Occidente” de la OTAN es un pálido avatar del occidente del primer milenio, en cuyas abadías agustinos, benedictinos y monjes de otros nombres, atesoraron los libros de la antigüedad. Era el occidente de Europa, entre el río Rin y el río Tajo. Es el auténtico occidente; en esos libros estaba bocetada la genial idea de que toda persona es un valor absoluto y eterno, alrededor del cual se plasma la Idea Occidental, y el sentimiento occidental que todavía tienen que asimilar muchas naciones entre ellas las naciones eslavas ex Unión Soviética, todavía seducidas por la razón tribal.

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