viernes, 15 de octubre de 2021

EL siervo del protector, premio Nobel

El internet tiene su lado totalitario y estúpido, nadie lo niega. Entre las cosas buenas, tal vez, la importancia que cualquiera de nosotros, perdedores en la mayoría de los entornos, tenemos para las “cookies” que nos estudian todos los días como si fuésemos un Fernando Pessoa o un Philip Roth. Internet también se hace perdonar por Google Books: es un depósito de libros digitalizados que le hace menos precaria la vida al crítico pobre. El crítico que no es profesor ni gestor de talleres de escritura creativa: y nada tiene que hacer en una librería bogotana sin plata para comprar algún Murakami o Ferrante. Ese pobre diablo puede leer gratis una cuarta parte de Kafka en la orilla en Google Books. ¿Se convierte por eso en un cuarto de crítico literario? Reducido a un cuarto, a una onza, he encontrado en Google Books una onza de Abdulrazak Gurnah, Premio Nobel de Literatura 2021. El libro se llama “Afterlives”, es su novela recién aparecida. En la liga de los narradores que son como ángeles guardianes de sus personajes destaca Juan Rulfo. Aboga por ellos con seco ensalmo, los sigue con sorda abnegación materna y gana al lector a su causa. Causa humilde, gesta de actos diáfanos del ser humano básico en su sufrimiento. Tampoco grandilocuente al sufrir ni operático. Khalifa, uno de estos hombres básicos que brotan de la tierra por medio de estos escritores caminantes, es como la firma reconocible del nuevo pastor de novelas condecorado con el Premio de Estocolmo. Es de la raza que engalana la tierra negra de África Oriental, seguramente su mayor lujo es el té, el brebaje amargo que tanto se parece a estos hombres de remotas coordenadas que las novelas traen a estas orillas. Actos simples, acciones en bajo profundo, son hombres sin estridencias. Como el joven de La muerte del obrero, novela del escritor colombiano Paul Brito. En el turbio y cruel laberinto de las narrativas reductoras, el héroe de Paul Brito pace en los pastos de su mansedumbre en el marco de dignidad que su autor prefigura para su caminar. Con un héroe parecido abre Abdulrazak Gurnah esta novela, “Afterllives” que el crítico pobre ha hojeado en Google Books. Con las referencias al padre y al abuelo de Khalifa, esbozo de genealogía, Khalifa crece como personaje en un marco bíblico. Y bíblico es el tono despojado y manso. No hay descripciones suntuosas ni engranajes elaborados. No puede quedar sin mención esa obra cinematográfica, Ladron de bicicletas, en que el hombre puro, homo mensura, hombre caminante, se impone central, medida de todas las cosas. Y todas las referencias aluden a un tipo de novela de autorizada y persuasiva voz que enuncia sus retratos humanos desde los albores del género en las secas estepas del oriente y en los rollos bíblicos. Perfectamente predecible que fecundara la novela norteamericana; su trigo ha sido numerosas veces laureado por las coronas suecas, en Steinbeck, Faulkner, Camus, Bashevis Singer, Solzhenitzyn,y varios japoneses y chinos. En Colombia, Siervo sin tierra, la novela de Eduardo Caballero Calderón imita los mismos rasgos. Y en otro premio Nobel, el inventor de Macondo, los personajes también brotan como el maíz solitarios y dignos.En árabe "Abdul" es siervo o servidor, y "razak" quiere decir "protector", uno de los epítetos de Dios.

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