Jorge, sin apellido, es el héroe más desamparado que me ha
puesto nunca delante la novela (o novela corta en este caso). En comparación,
el vacilante e ineficaz protagonista de Tokyo
blues, Watanabe, es temerario y recursivo.
Si hay una condición humana es la que atrapa Antonio García
Ängel en un relato extraño, de simplicidad difícil, facilidad engañosa, de una
renuncia monacal. La renuncia del autor a servir a los buscadores de la verdad
de domingo un mensaje eufónico y enfático. La renuncia a cumplir mansamente con
la denuncia ritual bien escrita, al estilo más estereotipado de la nueva novela
latinoamericana. La denuncia aquí es más kafkiana, denuncia de la toxicidad encerrada
en lo obvio.
En Declive se
sueltan los sabuesos de la parodia en varios niveles. Se parodia la técnica de
la crónica latinoamericana. Sus recursos se aplican sobre una figura exenta de
rasgos “cronicables”. Jorge no es un transgénero o el latinomericano más
tatuado, ninguna de sus características da para producir adrenalina tipo
revista Vice. Ese hecho es lo que genera la extrañeza, las técnicas de la
crónica se despliegan sobre un latinoamericano cuya bitácora contiene los
heroísmos implícitos en trabajar en un call center y en sobrevivir y vegetar
como nos quiere el sistema (hay uno, aunque precisamente es tan obvio que no lo
vemos, y esta novela lo sugiere con sutileza e ironía).
El gran acierto de Antonio García Ángel es haber escrito Declive “como sí”. Como sí un editor de
Soho o de Etiqueta negra le hubiera encargado una crónica sobre un operador de
call center en turno nocturno. En el arranque firme Declive despluma los datos y observaciones que allegan el espesor
de toda crónica, datos curiosos, detalles de color, usando a fondo esa
enunciación ladina de la crónica, el pretendido desinterés estético. Digamos
que con ese proceder encierra al lector dentro de sus condiciones, para
largarle luego su fábula de un mundo tóxico, de una red de prácticas que envenenan
lentamente al existente. En ese punto es que parodia la fábula cinematográfica
de la “creatura” y la fábula inmortal del judío de Praga.
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